Han sido muchas las declaraciones en torno a la manifestación de ayer por parte de la Clase Política. Desde los oportunistas del PSOE, pasando por los alucinados de IU y finalizando en los "golpistas" del PP, lo cierto es que, de nuevo, la inmensa mayoría de nuestros Políticos se han empeñado en radicalizar una manifestación legítima, que ha de entenderse desde la perspectiva, única y exclusiva, del por qué.
A nadie le gusta manifestarse. Todos esperamos que cada uno haga su parte, y podamos vivir en paz, trabajando normalmente, creciendo, envejeciendo, aprendiendo.
Aparte de los Radicales (que van a cualquier manifestación con el objeto de liarla) que han de controlarse siempre, el Ciudadano medio aquejado por esta Crisis no se manifiesta, a menos que tenga una razón. Y la razón es la que la Clase Política ni escucha, ni quiere escuchar.
Es un hecho la separación total entre los Políticos y los Ciudadanos.
Los primeros viven en su mundo, apegados a unos privilegios que se niegan a perder, caiga quien caiga; los segundos, viendo cada día cómo sus derechos se van por el desagüe, cómo cargan con todos los recortes y cómo observan, estupefactos, los casos continuados de corrupción, los despilfarros y -en definitiva- la escenificación de un mensaje claro: los Ciudadanos importan a los Políticos solo a la hora de depositar su voto.
He de dejarlo claro: estoy totalmente en contra de cualquier manifestación violenta, pues quien usa la violencia para enviar un mensaje, pierde la legitimidad en el proceso.
Pero toda la Clase Política debería tomar muy buena nota de lo ocurrido ayer, como también del resto de manifestaciones en lo que va de año, y las que vendrán en el futuro.
El Pueblo está harto de sus Gobernantes y de nuestra 'Democracia' que, en gran parte, nos ha puesto en la situación que padecemos.
Violencia, NO. Transparencia, buen hacer, servicio público, gestión intachabale, ejemplaridad...SIEMPRE.
Y eso, aún, está por ver, tanto en el Gobierno Central y Autonómico/s, como en Sede Parlamentaria.
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