sábado, 31 de mayo de 2014

Carta abierta al señor Santiago Abascal



Estimado señor Abascal.

Acabo de leer su carta a un Militante de Vox, con la que estoy muy de acuerdo.

No soy militante de su Partido. Sin embargo, desde su Fundación me he informado sobre sus propuestas, en las que coincido en gran medida. Además, dada la debacle actual en los dos grandes partidos y la crisis de ideas, corrupción e identidad que atraviesan, es un soplo de aire fresco observar el nacimiento de formaciones como la suya, dispuestas a acometer un cambio que es tan necesario para el futuro de España.

No les voté en las Europeas. Y éste es el motivo principal de este escrito, que espero valore, pues lo envío desde el respeto y el cariño de un simpatizante.

Votar por tradición es peligroso. Sea al partido que sea. Los Ciudadanos, los votantes, deberíamos ser lo suficientemente juiciosos como para analizar las propuestas, y obrar en consecuencia de acuerdo a nuestros criterios. Cosas como votar sin haber leído el programa, por ejemplo, me resultan inexplicables. El voto es nuestro derecho más preciado, y deberíamos saber utilizarlo.

En líneas generales, no tengo nada en contra de las ideas que enarbola VOX, y no descarto votarles en escenarios futuros. Alabo la titánica labor de sus militantes de base y de ustedes mismos, y también los votos obtenidos que les han dejado a las puertas de Europa. En cuatro meses y sin apenas cobertura mediática, es todo un logro. He escuchado sus intervenciones allí donde se han producido, y me he informado todo lo posible antes de emitir mi voto.

Para mi (y espero no ser el único), ser honrado es más importante que parecerlo. También, para mi, predicar con el ejemplo es primordial, pues es lo que otorga legitimidad moral para juzgar a otros. No soy Analista político, pero sí sé por qué no les voté: en mi opinión, se equivocaron de candidato.

No tengo nada en contra del presidente de VOX. No seré yo el necio que diga que no es un intelectual consumado, que demostró su valía fuera del ruedo político (algo, por desgracia, poco visto en nuestra 'Élite' actual). Pero creo que no predicó con el ejemplo, cosa que usted sí hizo.

Cuando usted, señor Abascal, decidió separarse del Partido Popular, lo hizo con conocimiento de causa y coherencia. La carta dirigida al señor Rajoy fue bastante reveladora. Usted hizo lo que muchos de nosotros intentamos al emitir nuestro voto, o incluso en el día a día: analizar las opciones, y hacer lo mejor posible en base a nuestra ideología, sin cortapisas y con amplitud de miras.

De nuevo, reiterando que no dudo de las capacidades intelectuales del señor Vidal-Quadras, ni de su valía personal y profesional.

Pero sí dudo de la legitimidad de su discurso. El no hizo lo que debía hacer cuando debía hacerlo, para resultar creíble a un amplio espectro de los votantes informados, y que los actos acompañaran a las palabras.

Por supuesto, es una opinión abierta a debate, y no dudo de que el señor Vidal-Quadras sabrá gestionar opiniones similares de cara al futuro del partido que preside.

Evidentemente, como bien señala, las Europeas han sido el primer paso, y VOX ha venido para quedarse.

Le dirijo esta carta con ánimo de sumar, argumentando el por qué de que ustedes hayan sumado un voto menos de los dos mil que necesitaban añadir.

En estos tiempos inciertos necesitamos que sangre nueva con buenas ideas gane terreno, para que España vuelva a retomar la senda que no debió perder, y el Congreso de los Diputados (y los Parlamentos autonómicos) esté formado única y exclusivamente por servidores públicos bien preparados que lo merezcan, lo vivan y, en definitiva, nos representen a todos los Españoles que hacemos grande a este País.

Continúen creciendo, y prediquen, siempre, con el ejemplo. Sus actos serán los que les definan.

Y, por supuesto, bienvenidos.

Atentamente, un simpatizante.

Un día en el Congreso



He tenido la oportunidad de visitar el Congreso de los Diputados. Es la segunda vez, pero ahora con los ojos de un adulto. Ha sido toda una experiencia. Y, como todas las grandes experiencias, invita a la reflexión.

La solemnidad del edificio atenaza, al igual que la quietud y grandeza que desprenden las vetustas paredes repletas de cuadros, los suelos alfombrados de crujiente madera, la magnífica Biblioteca y, en general, la sensación de que allí se cuecen las cosas "grandes".

Paseando por los pasillos, llegué a contemplar las pinturas de los presidentes del Congreso. Impresionantes todas ellas. Pinturas que te hacen reflexionar sobre el tiempo pasado, el devenir de los acontecimientos y el incierto presente político que nos ha tocado vivir.

Voy a ser claro: el Congreso debería albergar a la élite. Una élite bien pagada y bien preparada, que realmente representara y salvaguardara los intereses de España y los Españoles. Una Élite no por razón de cargo, sino por merecerse tan elevado objetivo. 

Los pasillos del Congreso cuentan la historia de nuestro País. Un País donde hubo verdaderas eminencias, cabezas pensantes de primer nivel, dirigiendo nuestros destinos. El paseo por el tiempo a través de los cuadros me llevó hasta nuestra joven Democracia. Cómo ésta comenzó con la mejor voluntad y ganas de cambio y construcción; Democracia que  ha ido degenerando hasta lo que hoy tenemos y padecemos.

Nada de Demagogias. Sobre el total del PIB, el sueldo de los Políticos es una nimiedad. 

Pero el dinero no puede tirarse. Como Ciudadano, quiero políticos ejemplares que mis impuestos van a pagar. Y, si lo son, si merecen sentarse en el hemiciclo con argumentos mayores que estar en una lista hecha ad hoc en base a criterios que poco tienen que ver con los verdaderos méritos, merecerán su sueldo.

Y me da igual el color político. En la variedad está el gusto, y en la diversidad el debate. Siempre y cuando esos colores sean ciertos (no la impostura habitual de las rémoras que se agarran al Tiburón de turno), y tengan ideologías definidas que les respalden, desde el respeto y la dedicación al servicio público.

En los últimos años hemos presenciado la completa degradación de la clase política mayoritaria. Las dos nefastas legislaturas de Zapatero y la (también nefasta) legislatura de Rajoy no solo ponen de manifiesto las taras del Bipartidismo, sino que además provocan que los carroñeros campen a sus anchas y se lancen a la yugular de animal herido y complaciente.


Ningún Político cuya vocación se reduzca a la permanencia en el cargo, pese a quien pese, merece pisar los pasillos del Congreso de los Diputados.

Si sus intereses anteponen al Partido, las prebendas, los juegos de salón y la permanencia en el poder a España y los Españoles, se equivocó de oficio, y de Congreso. Lo mismo aplica a  cualquiera de los Congresitos diseminados por nuestro País.      

Huyendo de nuevo de la Demagogia, llevar un País no es fácil. Quien piense eso de 'a mi me pagan lo que a tal y lo hago con los ojos cerrados', probablemente se equivoque. Por eso es tan necesario que los capitanes y capitanas del barco sean los mejores y más aguerridos, no escondan la cabeza al primer ataque, o sean incapaces de mirar más allá de la presente (y siguiente) legislatura.

Andando por el Congreso he sentido la grandeza y la fuerza de España, que no es más que un nombre bonito sin las personas que la componemos. Y también me he dado cuenta de lo necesaria que es la Política, la alta Política, la de verdad, la que estudiamos en Historia y, de vez en cuando, vemos en el día a día.

Nacen nuevas opciones Políticas, nuevos Partidos dispuestos a cambiar las cosas, con ideas diferentes que, incluso, predican con el ejemplo. Otras formaciones con más años siguen creciendo, presentando ideas coherentes que insuflan aire fresco a un ambiente viciado.

Hay esperanza. Esperanza de que el Congreso vuelva a conocer días mejores, de que Políticos con la P mayúscula ocupen sus puestos con ganas de hacer historia,, de participar en el cocido de las "cosas grandes" que fueron... y ahora no son. 

lunes, 26 de mayo de 2014

Elecciones europeas: ¿y ahora qué?


Se cumplieron los pronósticos, con mayor virulencia de la esperada. Para muchos, el principio del fin del Bipartidismo ya está aquí. A tenor de los resultados electorales, eso parece. 

Como votante y ciudadano, da gusto ver que aún tenemos algo de juicio, al menos para reconocer y castigar los discursos vacíos de contenido, como los que han estado cacareando por igual PP y PSOE. Al menos, en el caso del segundo, tanto Elena Valenciano como Alfredo Pérez Rubalcaba se han comportado de acuerdo a lo ocurrido: la primera reconociendo el varapalo y el segundo, anunciando que se va.

Más vale tarde que nunca. La pregunta es ¿habrá una verdadera regeneración Socialista o la próxima en ocupar la Secretaría General será la omnipresente Susana Díaz?

¿Y el PP? Lejos de reconocer la debacle, salvo algunos miembros como Esperanza Aguirre, la cúpula del partido sigue el mantra de su líder, consistente en esperar a ver si deja de llover y tirar de Zapateril pensamiento Alicia.

El Partido Popular ha traicionado a todos sus votantes (acólitos recalcitrantes y moderados), se ha cargado su programa electoral y, además, parece que vive en un mundo ideal donde nada de lo que se hace o se dice tiene consecuencias. Como sigan por ese camino, terminarán siendo adictos a los Gobiernos de coalición con los Socialistas que tanto 'odian'. Aunque ¡qué demonios! Como si eso les pareciera mala idea.

La prepotencia de los populares parece no tener límites, y sus propios árboles no les dejan ver el bosque. En resumidas cuentas, a este PP no le reconoce ni su madre (o Padre, según se mire).

El voto de la derecha se va para Ciudadanos (y casi para el escaño arañado pero no conseguido por el joven partido VOX, que debería haber presentado otro candidato principal, como Santiago Abascal, en lugar de Alejo Vidal Quadras, claramente matizado por sus años y años de Político con P mayúscula. Para muchos, resulta difícil de creer el cambio de mentalidad hacia la mano que le ha dado de comer tantos años), el de la izquierda para el partido de Pablo Iglesias (vaya si pueden).

Y el voto de centro izquierda para UPyD, que ha demostrado que va por el buen camino, y no solo a nivel de cuentas.

Por un lado, el resultado electoral presagia vientos de cambio, que ojalá cristalicen en que las nuevas ideas y las ganas de dar un giro a  la actual situación lleguen al jurásico y apoltronado Parlamento actual (tanto Español como Europeo).

Pero por otro lado, crece el temor. Los resultados en otros países donde las ideas (de izquierdas o derechas) extremas han triunfado, me hace pensar que llegaremos a territorios ingobernables y populistas, donde crecerá la inquietud y hervirá el Crisol que es Europa.

Eso no nos ayuda, aunque muchos piensen que sí.

Cogeré estos resultados y, humildemente, me quedaré con el primer escenario y con la bofetada, a nivel nacional, que se han llevado los dos 'Grandes' Partidos, a día de hoy mucho más pequeños... también en votos.  

viernes, 23 de mayo de 2014

El voto útil


No quiero fastidiarle a nadie la jornada de reflexión previa a las Elecciones Europeas del domingo 25 de mayo. Así que mejor ir al grano un día antes.

Huyo del voto por fidelidad. No hay nada más peligroso que votar siempre al mismo partido 'haga lo que haga o diga lo que diga'. El voto es nuestro derecho (uno de los pocos que realmente sí tenemos), y utilizarlo de la mejor forma posible, con responsabilidad, debería ser lo normal, lo deseable, lo habitual en una Sociedad sana. Todos los partidos políticos deberían animar a los ciudadanos a votar en conciencia, y a informarse antes de hacerlo.

Tampoco estoy aquí para recomendar a nadie que vote a tal o cual Partido. Cada persona es mayorcita y debe ser capaz de, al menos, recabar todos los puntos de vista para después decidir sobre el futuro de Europa.

Pero sí puedo opinar sobre mi percepción de esta Campaña, la más convulsa de los últimos años y, también, la de más bajo nivel desde que tengo uso de razón y edad suficientes como para votar con propiedad.

En las Elecciones Europeas deberíamos hablar de Europa. Esto, que parece una perogrullada, no ha sido la nota predominante de los dos partidos principales. Ambos, instalados en el localismo, han encarado las elecciones como si fueran las generales. Además, una vez superadas las vacuidades en los argumentos tanto por un lado como por el otro, lo siguiente ha sido tirarse al cuello del oponente, haciendo del populismo y la agitación barriobajera su santo y seña.

Si el mayor sustento intelectual de un discurso político tan importante como el que decidirá el destino de Europa se cimenta sobre el machismo, la soberbia e inoportunidad de unos y las peroratas de otros, vamos listos. Durante la campaña me he sonrojado y avergonzado al presenciar un circo reducido a lo mínimo imprescindible, lleno de eslóganes de anuncio mal hecho y soflamas tan grandilocuentes en la forma como inexistentes en el fondo.




Ni PP ni PSOE han hablado de Europa, ni estado a la altura. Han sublimado sus miedos ante la desbandada de muchos de sus votantes que aún piensan con la cabeza y han decidido tirar del opio del pueblo, demostrando una decadencia moral e intelectual que se veía venir desde hace décadas, agudizada por el azote de una Crisis inclemente que nos ha llevado a todos por delante.

El voto útil, dicen. La perfidia con la que juegan con el término, con el lenguaje en general, es insultante. El voto útil debe ser cualquiera (a cualquier partido) que resulte constructivo al votante del que emana. Quien quiera votar a los dos partidos mayoritarios porque está convencido de lo acertado de su discurso, que lo haga. Faltaría más que fuera yo dando lecciones o acusando de tirar a la basura el voto a nadie.

Pero, de entre todas las declaraciones escuchadas, artículos leídos, debates televisados vistos, Programas electorales escudriñados etcétera, solo he visto a los Partidos de nueva creación, o los ya establecidos y mal llamados 'minoritarios' por PP y PSOE, hablar de Europa. Y también hablar de los problemas reales de España, e incluso de cómo resolverlos con argumentos de cierto peso.

Es más, hasta algunos Partidos Nacionalistas (antes de tirarse al monte Independentista) han exhibido argumentos sobre Europa con más sustrato intelectual que Cañete y su séquito, o Valenciano y el suyo.

Que cada uno vote a quien le de la gana pero, por favor, que lo haga desde el conocimiento. Que, realmente, haga de su voto algo útil para el bien de Europa y los Europeos.

lunes, 19 de mayo de 2014

Elecciones europeas ¿qué hacemos?


Queda una semana para que decidamos el futuro de Europa. Y nunca ha estado la cosa tan fragmentada. El reciente estudio de El Mundo así lo revela.

La abstención, también, marca máximos históricos ¿qué hacemos con las europeas?

Quien no quiera creer que estamos en una situación muy difícil en la Unión, pese a lo que nos venden desde fuera (en Alemania, por ejemplo), que lo haga. Yo prefiero ver las cosas como son e intentar darle utilidad a mi voto, en un intento por mejorar la situación no solo en España.

Como votante, contemplo estupefacto la campaña electoral que están haciendo los dos partidos principales españoles, instalados en el 'y tú más' permanente, sepultados bajo encendidas soflamas en clave local. Sus campañas no son para las elecciones europeas, son un pulso entre dos partidos de cara a las generales, donde no descarto que colaboren y se hermanen si, con eso, gobiernan.

Los partidos más pequeños que sí hablan de Europa, porque es lo que toca y deben hacer, se las ven moradas para que su discurso llegue a toda la gente que debería. Estamos ante el enésimo apagón informativo en los grandes medios. Si quieres saber más de otros partidos que no sean los grandes, no te queda más remedio que acudir a (algunos) medios digitales o cadenas de radio y televisión que se mantienen firmes ante la adversidad.

Aunque no soy nadie para darlos, aconsejo a todo el mundo que quiera leer estas líneas, que se informe. No es el momento de votar por tradición o fidelidad, sino de ver todas las opciones y votar la que mejor se adapte a los pensamientos, deseos, anhelos e ideologías de cada uno.

Estamos en Europa, nos guste o no, con todas las consecuencias. Y ya es hora de que, desde España y como Españoles y Europeos, contribuyamos con nuestro voto a una Europa mejor que la que tenemos ahora.

El voto puede ser papel mojado o un arma poderosa... dependiendo de cómo lo utilicemos.

martes, 6 de mayo de 2014

Creciendo... ¿a lo alto?



En los últimos días no me canso de leer, escuchar y ver argumentos de por qué España está saliendo (de acuerdo a algunos) o ha salido (de acuerdo a otros) de la Crisis, porque ciertos indicadores macroeconómicos (y otros micro), según los expertos, funcionan a las mil maravillas.

Como no soy Economista, no soy quien para juzgar esto, pero sí para lanzar una pregunta que está ahí, dándome la barrila continuamente: si crecemos ¿es a lo alto?

En grandes números es cierto que se destruye menos empleo del que se crea, pero éste ¿es de la misma calidad que el destruido? Si crecer significa esto, como País, a la larga, vamos listos.

Un País con mano de obra mal pagada y en vilo por la suerte de su puesto de trabajo puede ser dinámico, siempre y cuando la calidad de los puestos en los que vaya recabando el trabajador sea suficiente como para suplir con experiencia y formación la volatilidad.

Y ahí me surge la siguiente pregunta ¿es así en España? Por todo lo que dicen la mayoría de Economistas que se consideran 'reputados', el mercado laboral español sigue siendo rígido y viejo, con oferta más propia de Países menores y sujeto a excesivas regulaciones.

Por tanto ¿tiene sentido adoptar un sistema de reducción de salarios y estabilidad tan drástico en un mercado con un modelo productivo obsoleto, como el nuestro?; ¿indemnizar a trabajadores con años de experiencia con ingentes cantidades, para traer a alguien en su lugar sin apenas formación y la mitad del salario del saliente?

¿Ver cómo se nos fugan los cerebros por falta de subvenciones u ofertas privadas acordes a sus capacidades?

Si estamos creciendo, no parece que sea a lo alto. A pesar del entusiasmo del Gobierno, aledaños y semejantes, ir hacia un sistema donde un trabajador vaya de flor en flor como la abeja Maya, sin que la flor sea la mejor del bosque, no parece la mejor forma de aumentar nuestra competitividad, más allá del dato puro... y duro.