sábado, 31 de mayo de 2014

Un día en el Congreso



He tenido la oportunidad de visitar el Congreso de los Diputados. Es la segunda vez, pero ahora con los ojos de un adulto. Ha sido toda una experiencia. Y, como todas las grandes experiencias, invita a la reflexión.

La solemnidad del edificio atenaza, al igual que la quietud y grandeza que desprenden las vetustas paredes repletas de cuadros, los suelos alfombrados de crujiente madera, la magnífica Biblioteca y, en general, la sensación de que allí se cuecen las cosas "grandes".

Paseando por los pasillos, llegué a contemplar las pinturas de los presidentes del Congreso. Impresionantes todas ellas. Pinturas que te hacen reflexionar sobre el tiempo pasado, el devenir de los acontecimientos y el incierto presente político que nos ha tocado vivir.

Voy a ser claro: el Congreso debería albergar a la élite. Una élite bien pagada y bien preparada, que realmente representara y salvaguardara los intereses de España y los Españoles. Una Élite no por razón de cargo, sino por merecerse tan elevado objetivo. 

Los pasillos del Congreso cuentan la historia de nuestro País. Un País donde hubo verdaderas eminencias, cabezas pensantes de primer nivel, dirigiendo nuestros destinos. El paseo por el tiempo a través de los cuadros me llevó hasta nuestra joven Democracia. Cómo ésta comenzó con la mejor voluntad y ganas de cambio y construcción; Democracia que  ha ido degenerando hasta lo que hoy tenemos y padecemos.

Nada de Demagogias. Sobre el total del PIB, el sueldo de los Políticos es una nimiedad. 

Pero el dinero no puede tirarse. Como Ciudadano, quiero políticos ejemplares que mis impuestos van a pagar. Y, si lo son, si merecen sentarse en el hemiciclo con argumentos mayores que estar en una lista hecha ad hoc en base a criterios que poco tienen que ver con los verdaderos méritos, merecerán su sueldo.

Y me da igual el color político. En la variedad está el gusto, y en la diversidad el debate. Siempre y cuando esos colores sean ciertos (no la impostura habitual de las rémoras que se agarran al Tiburón de turno), y tengan ideologías definidas que les respalden, desde el respeto y la dedicación al servicio público.

En los últimos años hemos presenciado la completa degradación de la clase política mayoritaria. Las dos nefastas legislaturas de Zapatero y la (también nefasta) legislatura de Rajoy no solo ponen de manifiesto las taras del Bipartidismo, sino que además provocan que los carroñeros campen a sus anchas y se lancen a la yugular de animal herido y complaciente.


Ningún Político cuya vocación se reduzca a la permanencia en el cargo, pese a quien pese, merece pisar los pasillos del Congreso de los Diputados.

Si sus intereses anteponen al Partido, las prebendas, los juegos de salón y la permanencia en el poder a España y los Españoles, se equivocó de oficio, y de Congreso. Lo mismo aplica a  cualquiera de los Congresitos diseminados por nuestro País.      

Huyendo de nuevo de la Demagogia, llevar un País no es fácil. Quien piense eso de 'a mi me pagan lo que a tal y lo hago con los ojos cerrados', probablemente se equivoque. Por eso es tan necesario que los capitanes y capitanas del barco sean los mejores y más aguerridos, no escondan la cabeza al primer ataque, o sean incapaces de mirar más allá de la presente (y siguiente) legislatura.

Andando por el Congreso he sentido la grandeza y la fuerza de España, que no es más que un nombre bonito sin las personas que la componemos. Y también me he dado cuenta de lo necesaria que es la Política, la alta Política, la de verdad, la que estudiamos en Historia y, de vez en cuando, vemos en el día a día.

Nacen nuevas opciones Políticas, nuevos Partidos dispuestos a cambiar las cosas, con ideas diferentes que, incluso, predican con el ejemplo. Otras formaciones con más años siguen creciendo, presentando ideas coherentes que insuflan aire fresco a un ambiente viciado.

Hay esperanza. Esperanza de que el Congreso vuelva a conocer días mejores, de que Políticos con la P mayúscula ocupen sus puestos con ganas de hacer historia,, de participar en el cocido de las "cosas grandes" que fueron... y ahora no son. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario