miércoles, 19 de septiembre de 2012

Aguirre, Carrillo...y la persecución del Conejo Blanco


La reciente dimisión como Presidenta de la Comunidad de Madrid de Esperanza Aguirre -aparte de dejar atónito a más de uno y significar una baja más que sensible en el PP y la Política en general-, ha conllevado un aluvión de declaraciones por parte de todos los sectores de la Política patria. 

No es de extrañar que, entre los suyos (incluso los que la odian, como Mariano Rajoy, pues siempre le han incomodado los 'Pepito Grillo', con convicciones que el ni tiene ni quiere) se haya ensalzado su labor durante estos años como Presidenta, y también su dilatada trayectoria política en general. 

Lo que sorprende, y mucho, son las efusivas declaraciones por parte de la Izquierda y (sobre todo), las de Tomás Gómez, líder del PSM, que se ha desecho en elogios para con la Ex-Presidenta, sorprendiendo a propios y extraños. 

Me cuesta interpretar las declaraciones de Gómez. Confieso que siempre me ha parecido un tonto redomado, y ahora me sale con éstas. Está claro que ha venido a verle un Santo, pues la dimisión de Aguirre le da ciertas opciones que antes - ni de lejos- tenía para alcanzar la Presidencia. Si estos parabienes y loas para con Aguirre obedecen a una estrategia política, mi concepción de idiocia integral para con el señor Gómez cambia radicalmente. 

Si, se trata de unas palabras sinceras hacia el rival, aún peor, pues empezaría a pensar que Tomás tiene mucho más que ofrecer aparte de los espectáculos circenses de los últimos años y sus ganas de oficiar de sparring en los Debates del Parlamento Madrileño. 

Sea como fuere, ha protagonizado el mejor discurso y ejemplo de democracia dentro de la Izquierda del País, en las últimas semanas. 

Inaudito, como poco.


Como también inaudito me parece el discurso de la mayoría política, y también de casi todos los medios de comunicación, para con el recientemente fallecido Santiago Carrillo. 

No seré yo quién celebre la muerte de nadie y, por supuesto, doy el pésame a la familia y amigos y deseo que descanse en Paz. 

Pero ahora resulta que Santiago Carrillo fue, en vida, poco menos que Papá Pitufo. 

Todos sabemos que la Historia es puñetera, y cada uno la escribe como mejor le suena. Extendiendo el planteamiento a la Política, la Historia se pervierte aún más, dando lugar a héroes insospechados cuyo pasado, al parecer, no existió nunca. 

Que Carrillo tuvo un papel sensible (que no decisivo, ni trascendental) en la Transición, cierto; que fue una persona de fuerte convicciones, y luchadora, cierto también. Que fue un buen marido y padre, y amigo de sus amigos...espero y deseo que así fuera. 

Pero Carrillo también fue un Genocida, y la documentación respecto a este hecho es incontestable. 

¿Cuántas buenas obras limpian la sangre de las manos? No soy quién para decirlo, pero sí creo firmemente en que no todos los actos pueden redimirse, y también creo firmemente que la Historia hay que contarla y preservarla...en su totalidad. 

Por eso las fábulas de los Políticos, que parecen Alicia en el País de las Maravillas en pos del Conejo Blanco, me producen grima. Como también me la producen ciertos Editoriales sesgados, que convierten a Carrillo en el ya nombrado Papá Pitufo, más Gandalf el Gris, el Abuelo de Heidi y un largo -y falso- etcétera. 

Descanse en paz, don Santiago. Pero que su vida, al completo, pase a la historia tal y como fue.


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