viernes, 21 de marzo de 2014

Inmigración: ¿un problema irresoluble?


Primero, lo obvio: a la gente normal, de bien, le parece mucho mejor que otra gente tenga la mejor vida posible, que sea feliz y productiva, que viva muchos años, se realice y envejezca junto a sus seres queridos. 

Escribo esto en primer lugar porque quiero dejar patente que a mi me encantaría que la inmigración no fuera un problema, y que la gente que llegara a España lo hiciera por propia iniciativa, no obligada por las circunstancias de una vida imposible en sus países de origen. 

Pero vivimos en un mundo real donde, nos guste o no, hay ricos y pobres, y hay zonas del planeta donde la vida que disfrutamos en Occidente es una utopía. Pero el mundo tiene un tamaño limitado y también unos recursos limitados. La solución no pasa por trasladar de donde no hay a donde (es un suponer), hay.

En las últimas semanas, con el paso masivo de inmigrantes a España desde Melilla, y la controversia generada en torno a la defensa de la frontera por parte de la Guardia Civil, la Demagogia ha crecido hasta límites insospechados. 

Si existe una frontera, hay que defenderla. Y defenderla conlleva detener el paso de lo ilegal, y corroborar el paso de lo legal con los medios disponibles. Lo demás son palabras malintencionadas. 

Dicho esto, por supuesto que no quiero que se usen medios letales contra gente desesperada. Pero es una falacia pensar que las fuerzas de seguridad están simple y llanamente para cruzarse de brazos mientras una ingente cantidad de inmigrantes (no siempre pacifistas, todo sea dicho) intentan cruzar a cualquier precio. 

La inmigración ilegal es un problema para España. Y más para esta España con más de seis millones de parados. Nadie viene a quitarnos el trabajo (otra tontería), pero sí a aspirar a una vida mejor de la que ya no disfrutan millones de personas y familias en nuestro País. 

Entonces ¿qué hacemos? Está claro que hay que trabajar desde dentro, desde el seno de Europa. El problema de la inmigración será irresoluble si su solución se intenta unilateralmente desde cada País que lo sufre, con palabras y sin acciones; sin hacer nada en un esfuerzo conjunto trabajando para mejorar las fronteras y cumplir las leyes pero, también (tanto o más importante), mejorar las tremendas situaciones de pobreza, manipulación y diferencias de clases en origen. 

Acusar a los que defienden nuestras fronteras, enarbolar la bandera de lo políticamente correcto o presenciar como unos y otros barren para su casa en los Parlamentos de los países de la UE no presagian nada bueno.

Si la inmigración no tiene solución con los que nos gobiernan o esperan volver a hacerlo, al menos no nos perdamos en Demagogias ni discursos pasionales y poco objetivos.

Porque así, solo empeoramos un problema real, con odio. ¿Cómo vamos a apagar el fuego echándole más leña? 

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