sábado, 12 de julio de 2014

Miguel Ángel y la España que fue


Mi querido Miguel Ángel:

Hoy se cumplen 17 años de tu asesinato, el fatídico 12 de julio de 1997. Por aquél entonces yo era muy joven, y apenas empezaba a hacerme una idea realista del Mundo. Pero recuerdo ese momento como si fuera ayer, y también lo que vino después.

Miguel Ángel, el heroico sacrificio que tristemente protagonizaste, tuvo como consecuencia la unidad de todos los Españoles contra esa lacra llamada terrorismo: una sola voz contra el imperio de aquellos cuyo mensaje viaja en el interior de una bala.

Me impactó mucho tu muerte, Miguel Ángel, pero también consiguió que madurara, que recibiera un soberano guantazo de realidad, y comprobara la reacción de un pueblo ante la barbarie. Hay hechos traumáticos que sacan lo mejor uno mismo.

Tu muerte no fue en vano: siempre serás el espejo donde deberíamos mirarnos cuando el mensaje de paz y unidad se pervierte hasta que resulta irreconocible.

Me gustaría decirte, Miguel Ángel, que la España de hoy es mejor. Me gustaría decirte que el Terrorismo y aquellos que lo defienden o protegen con su inacción, ha muerto. Pero no puedo, y eso me lleva a desear que estés en un lugar mejor, y también posa en mí un sentimiento de rabia, de inmenso estupor ante las acciones de aquellos que una vez defendieron tu legado, y ahora lo pisotean.

Sí, Miguel Ángel, las cosas han cambiado: ETA no mata, por el momento, pero a cambio gobierna en el País Vasco, callando bocas y alienando a todos los que quieren vivir en paz y libertad. En contra, solo unos pocos. ¿Los que tú creerías? No, Miguel Ángel. Esos que lloraron tu muerte y hoy siguen aprovechando tu recuerdo, sueltan terroristas, ayudan a partidos políticos que ni condenan ni condenarán el terrorismo, pues son su brazo en las instituciones. Y no están solos: otros que no creerías les acompañan de la mano, sin pinza en la nariz que disimule el hedor de sus actos.

Sus palabras claman contra el terror y jalean tu recuerdo, pero sus acciones dicen una y otra vez que el Terrorismo es un mal necesario para sus intereses.

La España que fue, Miguel Ángel, ha desaparecido. Y por eso tu recuerdo debe estar más vivo que nunca, y el de otros muchos hombres y mujeres que han sido víctimas de la barbarie terrorista en nuestro País. Algunos se lamentan de que segarte la vida no valió para nada. Puedo entender el razonamiento, pero en mi fuero interno, me niego a compartirlo.

Y lo hago porque no soy el único que sigue creyendo que el tiro en la nuca jamás estará justificado. Ni tampoco lo estará el protegerlo, disculparlo, tolerarlo, sobrellevarlo, verlo como un mal menor, cálculo político o cualquier otro proceder que logre que muchos duerman a pierna suelta mientras su alma, vergüenza, conciencia y humanidad se pudren, si es que alguna vez existieron.

Hoy estoy contigo, Miguel Ángel, como lo estaré el 12 de julio de 2015, los años venideros y los días que me queden por vivir. Hoy muchos deberían dejar de jugar con tu legado y tu nombre, y acompañar las palabras con hechos contra el reinado del terror... que existe y está muy vivo, con o sin pistolas.

Ya me despido, Miguel Ángel. No sin antes decirte que aún hay luz a final del túnel. Aún hay esperanza y buenas gentes (en el espectro Político, Periodístico, e Institucional, también) cuyas lágrimas por ti no son fingidas y sus palabras no se las lleva el viento.

Gentes que no quieren terminar por besar el suelo que pisan los asesinos.

Un abrazo, Miguel Ángel.

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