Ya tenemos nuevas elecciones a la vista. De las europeas, ni más ni menos. A estas alturas de la película de terror que nos ha tocado vivir desde el inicio de la crisis, y del papel que los políticos en general han hecho a costa del pobre (en sentido literal) contribuyente, el desencanto está a la orden del día.
Por eso, por muy preparado que esté el señor Arias Cañete, no creo que sea un buen momento para saber de el en terrenos como su gusto por los yogures, los cochazos y los deportes de riesgo.
Mi compañero del gimnasio más próximo ya reúne esas cualidades.
La política europea está tan devaluada como la de la inmensa mayoría de países de la zona euro. Y tener que sufrir discursos adolescentes (lo de la señora Elena Valenciano clama al cielo), machadas como las de Cañete o el ¡que viene el lobo! de Vidal Quadras... llegan a destiempo.
Solo las gentes de Ciudadanos parecen salirse del Circo, dentro de la mediocridad general.
La pantomima europea acaba de comenzar... pero esta vez ¿estamos dispuestos a comulgar con el Pan y Circo, sin apelar a la búsqueda de alguna idea y discurso para adultos?
Yo NO.
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