domingo, 29 de septiembre de 2013

El frespeto a las fresponas


Se les llena la boca diciéndonos eso de que 'vamos a salir de la Crisis'. De la económica no tengo duda por aquello de que el asunto es cíclico, y esto y lo de más allá.

Pero ¿y la OTRA? De ésa no vamos a salir tan fácilmente, ya que está grabada a fuego en las entrañas de nuestro País y su tejido social y empresarial. 

Como en P. Tinto te quedas (más o menos, entre maravillado y gilipollas) cuando oyes a los Mandamases de turno hablar del respeto a las personas (en adelante el frespeto a las fresponas, para no insultar ni al respeto ni a las personas), de la necesidad de salir de la Crisis con la Ciudadanía intacta, del derecho de los españoles a tener todo lo que deseen, de la colaboración, la camaradería, el compañerismo y blá blá blá (y requeteblá).

El frespeto a las fresponas dejó de existir en la España real hace años. 

Y no vale como única explicación eso de que 'es la mentalidad mediterránea'. También en los genes del humano varón está abalanzarse sobre cualquier hembra y perpetuar la especie, y no por eso vamos a hacerlo por la calle como si fuéramos Neanderthales. La evolución nos pilló a todos ¿o no?

España no saldrá de esta Crisis porque desde el peldaño más pequeño hasta el más alto con cierto poder de decisión está instalado en la mediocridad más abyecta. Los jerifaltes de las  pequeñas, medianas y grandes empresas viven como Tiburones con sus Rémoras colgando.

Tampoco vale eso de que 'en todas partes cuecen habas'. 

Si es así ¿para qué seguir luchando? Si hagas lo que hagas como Abeja en el Panal laboral, siempre tendrás por delante a los pelotas, palmeros y cenutrios que solo saben regalar los oídos de sus amos para seguir pegados a sus asientos ¿qué sentido tiene? Si este País van a salvarlo aquellos que no pueden ir de Norte a Sur con opiniones propias, ni valores propios, ni NADA propio salvo su firme convicción de que aquí el que no corre vuela ¿le queda esperanza a España?

Muchos enarbolan como seña de identidad empresarial, e incluso vital, el frespeto a las fresponas. Y también el liderazgo, la calidad, y demás palabras bonicas que siempre tendrán el Premio correspondiente a golpe del talonario de turno pero que, en su mayoría, no significan nada. 

En el interior de la España de verdad, la mayoría sabe lo que hay: cortoplacismo, incapacidad para innovar, ideas fijas y, por encima de todo, supervivencia. 

Y no una supervivencia en colaboración, sino caníbal, deshumanizada y desprovista de sentido. 

La peor de todas, la que no nos diferencia de los animales y nos incapacita y deslegitima para dar lecciones. En esta Selva los que intentan actuar como Seres Humanos inteligentes, trabajadores, leales... no reciben más que palos. 

De repente, dejan de ser útiles, de dar el perfil, y empiezan a tener problemas de actitud que salen de la nada. 

En un País donde siempre habrá un puesto para Infantas, Ratos, Urdangarines, Sindicalistos y demás sin que nadie se escandalice todo lo que debería y estalle en cólera; donde es normal desayunar injusticias en cada peldaño de la escalera y donde, mal que nos pese, solo se comportan como adultos maduros y responsables aquellos que ni pinchan ni cortan... que me hablen otra vez del frespeto a las fresponas.

Así no salimos de la mediocridad, por mucho que la Prima de riesgo se relaje y los macro números que tanto nos importan desde que empezó este embrollo apunten alto. Si la mediocridad capitanea nuestro Barco, lo normal es que, tarde o temprano, hagamos un Costa Concordia...

Y a ver quien te saca de ese charco.

 Frespeto a las fresponas...por los costrones.

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