Si viviera en uno de los Mundos de Yupi, quizás compartiría la magnífica opinión de algunos medios en torno al discurso del Rey de este año que toca a su fin. Ya saben, todo matón de la clase o Poder personificado, tiene sus pelotas que le rían las gracias.
Que haya sido el menos visto de los últimos años viene a dejar claro que los Ciudadanos estamos un poco hastiados, y también hartos, de que la figura decorativa en la que se ha convertido nuestro Monarca nos hable de ejemplos sin predicar con ellos.
El año pasado la ya incipiente corrupción que asolaba a la Casa Real no parecía ser motivo de preocupación para Don Juan Carlos, que la obvió sin despeinarse. Este año, con la Crisis azotando, la corrupción por todas partes, el desafío separatista, la suelta de etarras y violadores, la pantomima de la justicia y, en definitiva, las toneladas de basura que nos echan a diario, el Rey tampoco ha mencionado con la claridad debida todos los temas que están ahí para que se haga algo al respecto.
Lo único claro que ha dejado (aquí no ha tirado de eufemismos, no vaya a ser que algún despistado se equivoque) es que no abdica, ni con cera hirviendo.
Nadie moverá de su silla a la excelsa ortopédica figura; ni desplazará del mueble a este Jarrón chino que hace unos cuantos años que acumula polvo y no hace lo único que tiene que hacer: velar por España y el conjunto de los españoles. El conjunto, Alteza, no usted, su familia, los "cadáveres en el Armario" y la basura bajo las alfombras de Aizoon.
Nada de paños calientes. La aburrida chapuza políticamente correcta, ofensiva y cobarde declamada por nuestro Rey solo ha servido para envalentonar a los Separatistas, avergonzar a todos los que están pasándolo tan mal y tienen dos dedos de frente y contentar a los que, dijera lo que dijera, le seguirían haciendo la rosca (ejemplificando la peor de las 'Prensas Libres').
Su tiempo ya pasó. La sangre joven, bien preparada, íntegra (que ya es decir en los tiempos que corren) y que no nos deja en ridículo dos de cada tres veces en los últimos años está esperando a que le cedan el testigo. Si continúa inamovible y parapetado en las actuales circunstancias (que probablemente irán a peor) ¿de qué nos sirve nuestro Rey en España?
Felipe espera su trono, alteza.
A ver si en el próximo discurso toma una decisión que, al menos, haga que recordemos de usted dos o tres hechos históricos relevantes en los que hizo aquello para lo que nació y fue criado... y no el montón de meteduras de pata monumentales.
Si nos va a taladrar los oídos con la cháchara de anteayer... mejor pasen un episodio de cualquier sitcom. Al menos, nos echaremos unas risas, que falta nos hace.
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